Qué ganas tenía de pillarte
Con este planteamiento comienza escándalo en palacio un espectáculo que además regalarnos un buen puñado de carcajadas, también nos invita a reflexionar sobre la corrupción de los políticos, tema que por desgracia no podemos decir que se encuentre de rabiosa actualidad. Tampoco podemos dejar de lado las conversaciones profundas algunas veces, y banales otras, de los protagonistas, y es que en un momento de crisis social y personal como la suya siempre se sacan a relucir aspectos y sentimientos escondidos de los seres humanos, ya sea la mayor de las hipocresías o la defensa a ultranza de la conveniencia social para llegar al poder.
Sus actuaciones son creíbles a pesar de que me daba la impresión de que Lidia San José se entrecortaba de vez en cuando, tal vez y solo tal vez es que esa sea su forma natural de hablar.
El decorado y el vestuario me parecieron perfectos, muy adecuados para realzar esa estética de poder y de riqueza con la que se juega durante toda la obra.
La situación de la obra bien podría ocurrir cualquier día en nuestro país, aunque pensando un poco ya podemos hacer una pequeña comparación con unos vecinos nuestros ¿Verdad?
En definitiva: un guión híperrealista que armoniza humor, hipocresía y corrupción. ¿Qué por qué nos hace reír? Porque como ocurre con los monólogos: se parece demasiado a la realidad.
Beatriz Martínez Arranz
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