La ciudad del decadente misterio.
Venecia, la ciudad de las misteriosas máscaras y largos canales. La ciudad italiana del misterio, el milagro de que siga sobre el agua. Este halo de decadencia hace que sea una de las ciudades que los turistas no queremos dejar de visitar. Esta ciudad italiana nos transporta a otra época, Napoleón Bonaparte dijo de la plaza de San Marcos que era el “salón más bello de Europa”. Se trata de un espacioso lugar rodeado de algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad: la basílica de San Marcos, el Palacio Ducal y la Torre del reloj, además de muchas y lujosas tiendas y más humildes puestos de máscaras y recuerdos.
La basílica de San Marcos presidida por la escultura del león alado, símbolo veneciano que ensalza el valor, cuenta en su interior con una rica decoración con mármoles orientales, esculturas y mosaicos.
El Palacio Ducal es un símbolo de poder y gloria de la ciudad que demuestra su grandeza con su gigantesca arquitectura con sus numerosas columnas y ventanales. Por dentro las obras pictóricas nos enseñan la vida de otros tiempos, ostentosos, y las monumentales y espaciosas salas como la de del Senado y la del Consejo Mayor conseguirán introducirte en una película basada en varios siglos atrás.
Dos figuras de bronce dan la hora en la Torre del reloj, desde donde las vistas son espectaculares.
Hablamos del corazón de Venecia, pero a esta laberíntica ciudad se la conoce callejeando. Paseando por sus miles de callejones, subiendo por los puentes que cubren más de 170 canales. El puente de los suspiros, los suspiros de los condenados que tras su juicio en el Palacio Ducal eran conducidos a su celda. El puente Rialto, situado en el Gran Canal alumbra la zona más comercial de la ciudad. El resplandor de las máscaras y adornos brilla en la distancia. Allí siempre hay espacio para los restaurantes, más o menos elegantes, para todos los gustos, siempre pizza y delicatessen italianas, calentitas para el visitante.
Después de haberte empapado de las enigmáticas e hipnotizadoras callejuelas de la ciudad lo mejor es subirse a una góndola, para los más adinerados o enamorados o a un vaporetto, el transporte público de la ciudad; es como un autobús, pero que se desplaza por el agua. Es una forma singular para viajar, te balanceas de un lado a otro pero puedes seguir observando las casonas y palacios de las orillas. Si os gusta la historia escrita en las paredes podéis visitar el Guetto judío. Cuando deambulas por sus calles parece que puedes oír la miseria de aquellos delirios de antaño. El color de las casas, los edificios, el museo judío, la placa recordadora de las víctimas del holocausto...
Y al atardecer, volved a la Plaza de San Marcos, mirad hacia el infinito y maravillaros con la puesta de sol bañada en el movimiento de las aguas y las góndolas. Sin duda es una ciudad de cuento que para saborearla de verdad hay que visitarla, con tranquilidad y con el alma abierta.
Y si nieva... la magia blanca que os envolverá será de otro lugar, lejano, en vuestros sueños.
5 comentarios:
Qué buen artículo!! Me han entrado ganas de viajar allí, no te digo más :D
Me encanta la foto nevada, es genial!
Coincido en que es una ciudad que hay que visitarla con calma. Yo he estado un par de veces pero siempre estaba lleníiisima de turistas y es algo que desluce muchísimo (a mi parecer) la visita a una ciudad. Espero en el futuro poder ir de nuevo y poder visitarla más tranquilamente. :)
¡Saludos!
Por cierto, que había olvidado decirlo, esta última foto és una preciosidad. ♥ ¡Me ha enamorado!
Allí estuve hace no mucho.
Chiquilla, eres una crack. Me encanta leer este tipo de posts. Y es que ya te lo he dicho siempre, no saben lo que se estan perdiendo contigo.
Te visité esta tarde, pero tardaba tanto tiempo en cargarse la mierda de ordenador que tengo, que no me quise acostar si haberte comentado este artículo, porque es genial. Besos Tía Maca (o lo que queda de ella):)
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